Menstruación. Ilustración Clara Lanz
La violencia de género aumenta el riesgo que tienen las mujeres de requerir atención médica. En Venezuela, con un sistema de salud devastado por la incompetencia y corrupción administrativa es prácticamente una condena a muerte. Sobrevivir a la violencia física implica atender lesiones, algunas permanentes, y en el caso de violaciones, se suma la posibilidad de ser contagiada de enfermedades de transmisión sexual y/o infecciones. Pero cuando los servicios de salud no están atendiendo las demandas básicas femeninas como la prevención de embarazos (por ello los altos índices de embarazos adolescentes), de mortalidad materna e infantil, tratamientos para cáncer de mama y útero, entre otras, las heridas producidas por maltratadores tampoco son cubiertas por el sistema salud pública nacional de manera universal. Estas circunstancias dejan a las mujeres frente a la doble victimización, después de la del agresor, la de las instituciones que deberían prestar apoyo a las sobrevivientes y que en no pocos casos resultan cómplices de femicidio...
La crisis humanitaria de Venezuela es actualmente un conflicto de enormes proporciones que todavía debe ser adecuadamente abordado con persepectiva de género y que desde hace mucho tiempo está siendo amortiguada por organizaciones de la sociedad civil con mucha participación femenina, tambien en los niveles gerenciales. Es tiempo de que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo actualice en el país la arquitectura de género contemplada en la Estrategia de Igualdad de Género 2022-2025, para reforzar el trabajo de las instancias domésticas no oficiales.
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