Según la plataforma de organizaciones de la sociedad
civil venezolana, creada entre 2018 y 2019 con el fin de monitorear, documentar
y hacer seguimiento a la Emergencia Humanitaria Compleja en Venezuela, conocida
como HUMVenezuela se estima que el desplazamiento de personas venezolanas hacia
otros países representa 25% de la población que existía en el país en 2015. Los
estados donde los hogares reportaron mayor número de migrantes hacia otros
países son Táchira, Falcón, Aragua y Zulia. Un segundo grupo lo componen
Carabobo, Trujillo, Anzoátegui y Mérida, y el tercero está integrado por
Bolívar, Apure, Lara y Sucre. Mientras que el desplazamiento dentro del país se
estima alrededor de 4%.
Pero además entre los años 2022 y
2023, la intención de migrar aumentó de 8% a 13,4%, lo cual equivale a un
estimado de 2,8 millones con intención de mudarse a otro país. La mayoría de
las personas relacionan sus motivos de migración con las necesidades de mejorar
sus ingresos (71,5%), pero también destacan las necesidades de reunificación
familiar (25,6%), el acceso a servicios de atención a la salud y medicinas
(13,7%). Por cierto que 92,2% de las personas manifestó dificultades para
llevar a cabo la migración; la mayoría de ellas por razones económicas, pero
37,5% alega también falta de documentos.
Otros determinantes para este
patrón de movilidad que también están relacionados con las condiciones de
salud, son la contaminación del agua que llega a los hogares venezolanos, que según
el mismo informe en 2023 representó 86% de la población expuesta a fuentes de
agua contaminada, perceptibles por señales como el color y olor no propios del
agua. Esto es así no sólo en el agua para el saneamiento sino más alarmante
aún, en la de consumo humano. De allí el registro de 33,4 de cada 100 personas que
redujo las cantidades que bebía a diario, por causa de la severa escasez de
agua o por su contaminación, pues aumentó, de 15,2% a 27,1% el índice de
personas que no tienen acceso a métodos de purificación, por lo que se
incrementaron los riesgos de deshidratación y de otras afecciones, por ejemplo enfermedades
como las diarreas, aumentaron de 6,9% a 9,3% entre 2022 y 2023.
Por si fuera poco, a los espacios
insalubres en viviendas por falta de agua se suman casi todas las ciudades y
pueblos venezolanos que enfrentan problemas severos con el aseo urbano, y que
muchas familias resuelven quemando la basura y aumentando los niveles de
contaminación y afecciones a la salud.
La suma de estas razones mantiene
la carga de enfermedad en niveles altos, lo que afectó a más de 60% de la
población en 2023. En el país hay 4,2 millones de personas con problemas de
salud graves que no recibieron atención médica y 3,7 millones sin medicinas. La
raíz de este problema es que el gasto público en este sector disminuyó durante
los últimos años en más de 50%, y por la falta de transparencia de inversión y
gestión presupuestaria, no se pueden señalar más datos con certeza.
En todo este contexto es grave
que en 2023, la población con acceso a algún tipo de asistencia o protección de
la respuesta humanitaria fue mucho menor a la que se alcanzó en años
anteriores.
No menos grave es que los cuidados derivados de
todos estos males en el país recaen sobre las mujeres. La organización Prepara
Familia en una investigación realizada en el hospital JM de los Ríos recoge que
son las madres en 95% de los casos, pero otras familiares completan 99 de cada
100 que acompañan a los pacientes. En el caso particular de este centro de
salud infantil, la mayoría de la población tiene hospitalizaciones largas, es
decir de varias semanas o meses, lo que impone igual obligación a las
cuidadoras acompañantes. Porque además en el 84% de las salas no hay auxiliares
de enfermería asignados a atender a las y los pacientes. Por lo que la
presencia de las madres cuidadoras es indispensable para realizar muchas tareas necesarias para el funcionamiento del
hospital. De hecho el hospital proporciona desayuno, almuerzo y cena a alrededor
del 25% de las y los pacientes. Tampoco hay facilidades para el descanso de las
madres y prácticamente la mitad de ellas duerme en sillas. Todas pasan día y
noche en el hospital y esta es una realidad que puede ser extrapolada a cada
centro de salud asistencial.